El fútbol tiene un componente emocional que mueve pasiones en todo el mundo. Por su relevancia social, oculta situaciones que muchas veces pasan desapercibidas y que saltan a la luz cuando ya es tarde. La última fue la de Santiago Morro que conmocionó a la opinión pública y abrió el debate, al menos por un rato, sobre la importancia de la salud mental, tanto en el deporte más popular, como en el día a día de cualquier persona.
Pero la muerte del uruguayo no es la primera que se da relacionada al fútbol en la época contemporánea. Por eso representa otro llamado de atención a las instituciones y a la comunidad deportiva, donde muchas veces se subestima la importancia de combatir la depresión.
El exitismo pone en un pedestal al jugador y genera expectativas en muchos otros. Desde los más chicos hasta los más grandes, los futbolistas conviven con situaciones para las que, en la gran mayoría de los casos, no están preparados. Los clubes, muchas veces por necesidad y otras por omisión, no cuentan con la contención y dedicación que la salud mental necesita. Primero son personas y después jugadores, pero en general son tratados más que como maquinas como esclavos modernos.
En días recientes, como consecuencia del lamentable fallecimiento de Santiago Morro Garcia, ha sido muy común hablar de la depresión. Ya la sociedad se ha vuelto más consciente a la hora de expresarse sobre esta enfermedad mental, la cual no debe tratarse solo con un “sal a caminar” o “con un par de tragos se te pasa”.
La depresión es algo mucho más profundo y como humanos, a los futbolistas también les afecta. Más de lo que creemos. El número de atletas con estos síntomas es realmente alto y preocupante.
Muchos piensan que por tener buen dinero, autos lujosos, mujeres hermosas y ser el centro de atención, la vida está resuelta. Los futbolistas profesionales están expuestos a mucha presión, a exposición pública, a maltratos del aficionado y el entorno. Y al final, no hay dinero que valga.
El suicidio entendido como enfermedad laboral y/o accidente laboral desde los factores psicosociales y jurídicos del derecho al trabajo constituyen un tema en construcción. El estudio de sus manifestaciones y legislación, permite diferenciar las condiciones de vida en el mundo del trabajo y los determinantes de actos como el suicidio en los trabajadores. Además, se consideran las labores a favor del empleado o empleador sea persona jurídica o natural o el sistema al cual se enfrentan todas las personas en contextos del modelo de desarrollo socio-económico.
Según la Organización Mundial de la Salud, los suicidios por causas de enfermedad patologías son: Trastorno bipolar, Trastorno límite de la personalidad, Depresión, Dependencia de alcohol y/o otras drogas, Esquizofrenia. Estresores de la vida cotidiana, como problemas serios a nivel financiero o problemas en las relaciones interpersonales, Agorafobia con ataques de pánico, Fobia social, Trastorno antisocial de la personalidad. Siempre generando la gran duda, si la enfermedad mental pudo ser adquirida por consecuencia de la actividad laboral, ya que todos los seres humanos no tenemos la misma capacidad de poder asimilar y afrontar los cambios laborales.
La distinción entre sentimientos de tristeza normal, síndrome de desgaste profesional y los trastornos depresivos propiamente dichos, no siempre es fácil. En demasiadas ocasiones se carece de protocolos de actuación adecuados y las propias condiciones laborales impiden un abordaje satisfactorio e integral; es más, dichas condiciones pueden incluso actuar como desencadenantes, mantenedores o mediadores de muchos de estos problemas.
La depresión es una enfermedad como otra cualquiera y que nos puede pasar a cualquiera, pero en más de la mitad de los casos tiende a cronificarse y/o complicarse con otras enfermedades. Las consecuencias serán muy negativas, tanto en los trabajadores como en las organizaciones, si no se diagnostica de forma precoz y no se trata de forma efectiva. Con este objetivo, se revisa cada subtipo de trastorno, sus posibles efectos y reconocimiento en el trabajo, el abordaje de la persona afectada y el tratamiento.
Según las estimaciones, en el mundo hay 264 millones de personas padecen depresión, una de las principales causas de discapacidad. Además, muchas de ellas sufren también síntomas de ansiedad.
El manejo de los problemas de salud mental en el mundo laboral no es sencillo. En demasiadas ocasiones se carece de protocolos de actuación adecuados y las propias condiciones laborales impiden un abordaje satisfactorio e integral, es más, dichas condiciones pueden incluso actuar como desencadenantes o facilitadores de muchos de estos problemas.
En el mundo del Futbol, según denuncia FIFPRO menos del 2% del total gana más de 720.000 dólares anuales mientras que el 45% no llega a los 1000 dólares al mes si los cobran, porque al 41% de los futbolistas se les paga con retraso y, a veces, tienen que llegar a acuerdos para percibir al menos algo de lo que les deben.
Además, el 22% se ha visto forzado por su club a entrenar solo como medida de presión y uno de cada tres es transferido a otro equipo contra su voluntad. Estas circunstancias pueden afectar a su estabilidad mental durante toda su carrera, ya que continuamente lidian con la indefensión legal, la soledad, la incertidumbre sobre su futuro.
Todo esto genera cuadros poco halagadores, La depresión es una palabra de uso común aunque puede tener diferentes significados. A menudo se utiliza para referirse a períodos pasajeros de tristeza o desánimo tras experimentar la pérdida de un ser querido, de la salud, de pertenencias personales, tras la frustración de expectativas deseadas, o ante dificultades cotidianas. En psiquiatría, las depresiones son trastornos mentales con síntomas y signos característicos, aunque no específicos, de suficiente intensidad y duración como para deteriorar el funcionamiento diario y la calidad de vida de la persona afectada, en el mundo del Derecho es una enfermedad ocupacional.
Los habituales momentos o «días bajos» de cualquier persona se caracterizan por un sentimiento de tristeza «normal», leve, transitoria, asociada a pensamientos negativos en relación con problemas identificables tal , diferenciándola de la tristeza patológica
Contar con un empleo tiene efectos protectores frente a la depresión, al proporcionar mayor seguridad económica, integración social y oportunidad para establecer relaciones y redes de apoyo social. El empleo constituye una respuesta de la sociedad a la necesidad de las personas de disponer de una base económica segura para crear una familia propia y una vida independiente.
Los futbolistas, y los deportistas en general, no están exentos de sufrir una enfermedad mental., son unos de los grupos laborales mas afectados pero igualmente son de los menos conocidos.
En Venezuela, se ha condenado daño moral, después de que ciertamente quedó demostrada la existencia del daño, el padecimiento de “trastorno mixto ansioso-depresivo secundario a factor de riesgo psicosocial (estrés laboral)”, considerada como enfermedad ocupacional “agravada con ocasión al trabajo”, que le ocasionó una discapacidad parcial y permanente para el trabajo, por tanto, con base en la teoría del riesgo profesional, es procedente el pago de una indemnización por daño moral, independientemente de que exista culpa o no del patrono en la ocurrencia del daño.
(http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scs/febrero/0014-20213-2013-11-503.html)
Tristeza, falta de motivación, desánimo… Estos sentimientos asociados al trabajo pueden ser indicativos de que alguien está sufriendo una depresión laboral. Hablamos de uno de los trastornos del estado del ánimo más comunes.
Las razones de la mayor incidencia de la depresión laboral están en que cada vez dedicamos más horas a nuestro trabajo y a un mayor nivel de exigencia. Si a esto unimos que muchas veces no prestamos atención a los primeros indicios, el resultado puede ser un cuadro mucho más grave que afecte al jugador, pero también al equipo donde realice su labor. Por eso, el primer paso es identificar bien los síntomas.